lunes, 11 de febrero de 2008

Una venganza (Lourdes)

Despierta sintiendo que le falta algo, transcurre el mediodía angustiosamente. Cuando sus ojos brillan por la humedad de verlo en la puerta de la casa.

Con su moto bordó, que lo baja a la tierra.

Ella sabe que no debe ilusionarse, que el actúa como un Ave Fénix en su vida. El no sabe si la quiere, pero le da seguridad y cariño, y lo extraña muchas veces, sin reconocérselo ni a el mismo siquiera.

Se montan en la moto llenos de recuerdos e inseguridades, sin saber donde, pero solos y lejos de ahí, es lo mejor que les puede pasar, ese domingo triste de la cuidad. Entran en un almacén de la esquina de la plaza, que después de años ella no puede volver a pisar. Se llevan dos Quilmes en cada mano, el frío los impregna, octubre sigue fresco.

Acurrucados de parado en el refugio de la parada del bondi, se cae el frío, como caen sus pantalones. Todavía es de dia, ella no quiere hacerlo, el le agarra la mano y se la mete en la bragueta, ella se estremece.

Solo se besan, se sienten, suspiran.

Se hace de noche, se sientan en los bancos de la plaza, charlas del pasado, historias dolientes, abrazos, un no me dejes, un no te convengo. El no aguanta y decide llevarla a ese bar que ella sabe que va, pero no quiere verlo ahí. Busca desesperado el vendedor de su agonía, mientras esperan, siguen las Quilmes, de fondo Sabina

Con su sin embargo, el se la canta al oído, y ella lo entiende, es así, nunca con ella, siempre con cualquiera. Cualquiera de este bar, de la calle, pero no con ella, por que sufre, por que no sabe como salvarlo.

Nervioso le dice que lo espere ahí, que ya vuelve, ella no lo deja, no quiere verlo así, el se sube a la moto con cualquiera a buscar su puta necesidad.

Ella llora por dentro, sigue tomando, se acerca ese vecino que la sigue hace mucho, este cualquiera la saca a bailar, le da mas Quilmes, le dice que no vale la pena, que lo conoce a el, al que ella espera.

Pasan dos horas y el no vuelve, ella ya no controla sus actos, no sabe como volver a casa.

El vecino la saca del bar, seca sus lágrimas, besa sus labios violetas del frío y el dolor. La abraza en la esquina del bar, donde empieza el puerto de la ciudad, caminan para el lado de la costa. La para en seco, la besa apasionadamente, busca un árbol para apoyarla, ella no se mantiene en pie, deja que se siente en el suelo, le saca la campera, le desabrocha los pantalones, se revuelcan hasta el amanecer en ese pequeño espacio debajo del árbol.

Ella llora, sabe que el no la volvió a buscar al bar, llora por hacer lo que el. Nunca con ella, siempre con cualquiera…

Se ven al otro dia, ella enojada va a la casa, el le dice, no me mires asi, por que yo volví al bar y me dijeron que te fuiste con tu vecino, haciendo una sonrisa sarcástica, como diciendo, ya no SOS lo que eras nena, se te metió la aventura en la piel, pero no, ella lo quiere, lo hizo por venganza, como se empiezan muchas cosas…

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